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32 Cuando David llegó a la cumbre del monte para adorar allí a Dios, Husai, el arquita, le salió al encuentro, con sus vestidos rasgados y la cabeza cubierta de tierra. 33 David le dijo:

—Si vienes conmigo, me serás una carga. 34 Pero si vuelves a la ciudad y dices a Absalón: “Rey, yo seré tu siervo; como hasta aquí he sido siervo de tu padre, así seré ahora siervo tuyo”, entonces podrás desbaratar los planes de Ahitofel.

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